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Fotografía de Jessica Garagai (Estadio Monumental, Santiago, 25 de noviembre de 2023)

El Bar de Roger Waters

Por @maggiecisternas. Fotografía de Jessica Garagi Cares (Estadio Monumental, 25 de noviembre de 2023)

Con Roger Waters pareciera no haber puntos medios. Concuerdas con sus ideas o las rechazas. Sigues encandilado con la discografía de Pink Floyd y te molesta sus creaciones posteriores o valoras la nostalgia del pasado, pero también el mensaje político de la actualidad. Y del concierto del sábado 25 de noviembre en el Estadio Monumental se desprende esa percepción general. Mucho comentario de agradecimiento y respeto por su show, como también muchos de expectativas fallidas.

“Si eres de los que dicen ‘Me encanta Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger’, harías bien en irte a la mierda e ir al bar en este momento”, señala la primera advertencia del show antes de que suene la música. Durante casi dos horas y media (la vida es eterna en 90 minutos), Roger Waters no se queda en los rodeos ni en agradarle a todo el mundo; él tiene bastante claro que su música y su mensaje es contestatario y que no le cae bien a todos. Pero tampoco parece interesarle la aprobación general porque su show pretende ser un llamado de atención y no dejar indiferente a ninguna de las almas presentes aquella noche de sábado.

El show sonoro comenzó con la versión 2022 de Comfortably Numb del álbum The Lockdown Sessions, una versión reimaginada del clásico de The Wall, interpretada en un tempo más lento, casi un canto fúnebre, tan oscura como distópica, lúgubre, de lamento y dolor, versión que carece del solo de guitarra con el que David Gilmour (ayer compañero, hoy rival) maravilló al mundo (hubo mucha carencia de David; ni en fotografías lo puso), acompañado de las imágenes ya vistas en el video clip de la canción, lo cual nos recuerda lo más crudo de los últimos años, cuando con la pandemia parecía, por instantes, que el mundo podía acabar en cualquier momento, principalmente por acciones humanas. Además, aparece un Pink en silla de ruedas, medio humano, medio extraterrestre, que nos permite marcar desde un comienzo la emocionalidad del espectáculo.

The happiest days of our lives/Another brick in the wall pt. 2/Another brick in the wall pt. 3 nos recuerdan lo mejor de la banda, un terreno conocido en su discografía y claramente a gusto de los nostálgicos de Floyd. El espectáculo visual es importante, potente y directo. Nos interpela: ¿Nosotros somos los buenos? ¿Ellos son los malos? ¿Quién lo dice? El gobierno. ¿De verdad?

The power that be suena a una canción de protesta; imágenes crudas sobre violaciones a los derechos humanos y datos sobre muertes en contexto de violencia policial. No es arbitraria la inclusión del asesinato de Víctor Jara.

The bravery of being out of range, una revision del original del ’92. En su obra pacifista en tiempos de la caída del muro se desprende la idea de que la violencia política es una herramienta institucionalizada en los gobiernos de EE.UU y que independiente de la esfera política que los respalde, todos han sido criminales de guerra. El discurso de Ronald Reagan cuando deja la administración, Bill Clinton, George Bush padre, George Bush hijo, Obama, Joe Biden. Sentimos un Roger disgustado de que 30 años después el país de la Estatua de la Libertad todavía de muerte a inocentes en nombre de ella misma.

The Bar, una balada de piano. Un Roger íntimo, acompañado de una botella, deprimido a ratos, esperanzado a otros. Nos explica que hay formas de comunicación en un momento de aislamiento y soledad, que el bar es un lugar de escape, pero también un lugar de encuentro, donde puedes encontrarte con los demás, donde puedes conocer a extraños. Roger nos habla de los incidentes recientes en Argentina, en donde lo catalogaron como antisemita por su posición política en el conflicto palestino-israelí. También nos habla de su mujer, la sad eyed lady, y de su hermano quien falleció el año pasado. Mas tarde en el show, Roger nos dice que está bebiendo Mezcal y que nos quiere invitar a beber con él, con todos. Con un sonoro «Cheers!» solo le podemos reclamar que aquella noche bebiera Mezcal y no un vino o un cortito de pisco chileno. El bar es oscuro, hermoso, pero esperanzador.

Quizás el momento más conmovedor del concierto, al menos para los floydianos acérimos, es cuando conecta tres diamantes del Wish you were here, rodeada por imágenes de los integrantes de Pink Floyd, en especial Syd Barret (nuevamente de David, ni humo). Un sónico Have a cigar, un emocionante Wish you were here, un alucinado Shine on you crazy diamon (pt. VI-IX). Tres diamantes detonantes de melancolía y recuerdos. Cuando pierdes a alguien que amas, nos dice, sirve para recordarte que esto no es un simulacro.

Luego viajamos hasta el ’77. Ruidos de animales provienen, envolventes, desde todos los rincones del Estadio, que se transforma en aquella gran granja que imaginó George Orwell. Sheep parece de otro planeta, ovejas antropomórficas que combaten por su libertad y Roger nos dice Resiste. Resiste el fascimo, resiste la guerra. Y luego nos concede un intermedio de 15 minutos para poder respirar.

Luego del intermedio, a minutos indeterminados, una Algie voladora y radiactiva sobrevuela el Monumental. Nos dice «You’re up against the wall rigth now» y «He’s mad. Don´t listen». En el escenario aparece Roger con una camisa de fuerza. Disparos de metralleta, sirenas, gritos fuertes, alaridos. In the flesh y Run like hell suenan fuerte. Todos nos movemos y cantamos fuerte. Hasta que el ambiente se calma cuando suena Deja Vu, Roger nos explica que hubiese hecho él si fuese Dios. Lo anterior se intensifica aún más cuando canta Is this the life we really want? ¿Es esta la vida que queremos? ¿Somos tontos? ¿Es por eso que no sentimos o vemos?

Money llega y la luna está cada vez más luminosa en el cielo; Us and them y los derechos humanos como motivo que guía; Any colour you like, siempre instrumental, siempre espacial; Brain Damage y Eclipse, marcan el fin de la remembranza Pink Floyd y un gran regalo. Brain Damage maravilla, impresiona, ya todos sabemos que nos espera algo genial. El regalo llega con Eclipse y el prisma que nos recuerda que todo lo que tocamos y todo lo que vemos, es todo lo que nuestra vida llegará a ser. Ya no hay lado oscuro de la luna.

Creo que todos pensábamos que el espectáculo llegaría a su fin. Pero nuevamente Roger nos sorprende con Two suns in the sunset. Presenta a sus músicos y coros. Durante toda la jornada, la voz de Roger pareció más pausada y más cuidada que el último espectáculo en nuestro país el año 2018, pero también más iracunda y violenta en otros momentos. Con 80 años, es muy sabio al apoyarse constantemente en los miembros de su banda. El cierre es muy cálido y con la dosis justa de intimidad. En clave de folk celta, Outside the wall.

Cuando comenzó la gira el año 2022, Roger mencionó que The Bar tiene un propósito temático para This In Not a Drill. «Si mi show nos alienta a todos a fomentar ese sentimiento, nuestro deseo de sentir ese sentido de comunidad a través de las fronteras creadas por la política y las fronteras internacionales y las naciones, entonces habré hecho mi trabajo en esta gira”, dijo en su momento (15/08/2022. El mensaje detrás de la nueva canción de Roger Waters; ‘The Bar’. Por Cecilia Masariego, en Stereocien Digital).

El sonido cuadrafónico de Pink Floyd transformó la ruca alba en un espacio de intimidad, donde quizás el mayor resultado es un espectáculo nostálgico, cargado de humanidad; un recordatorio constante del mundo en el cual vivimos, el cual nos hace preguntarnos si esta es la vida que realmente queremos, nos hace indignarnos, experimentar el dolor ajeno y no quedar indiferentes. Pero no solo el sonido es clave. La voz narrada y la interacción que Roger tuvo con su audiencia hicieron que el concierto fuera su propio recorrido personal de historias y canciones. A veces me pregunto que estaría haciendo John Lennon si no hubiese sido asesinado hace casi 43 años. Estaría haciendo giras mundiales como McCartney? Estaría alzando la voz en contra de los conflictos ecológicos? Roger Waters a sus 80 años deja el corazón menos desolado ante aquel pensamiento.

Roger fue muy amable; en diversas ocasiones expresó su felicidad de compartir con Chile. Este soy yo, nos dijo, gracias por escucharme. Roger nos abrió las puertas de su bar.

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