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Análisis Progresivo : The División Bell de Pink Floyd «Una despedida final en paz y armonía»
The Division Bell es el decimocuarto larga duración del ícono británico Pink Floyd. Lanzado en Inglaterra el 28 de Marzo de 1994, por EMI Records y una semana más tarde en Estados Unidos, a través del sello Columbia Records.
Tras más de tres décadas los genios ingleses comenzaban a despedirse, musicalmente, pues su término como banda activa se haría efectivo al año siguiente, en 1995.
Es el segundo álbum sin la participación de Roger Waters, que en esos entonces continuaba dedicado a su carrera como solista, sin embargo, The Division Bell cuenta con la participación del gran Richard Wright, ya no como músico invitado asalariado, sino que nuevamente como flamante integrante oficial del grupo, recordemos que fue despedido por Roger Waters tras la grabación de The Wall, y por motivos legales participó no como miembro oficial en el álbum precedente, A momentary Lapse Of Reason, situación que se regularizó en el álbum que nos convoca.
La icónica portada fue obra del diseñador gráfico Storm Thorgerson, donde se exhiben dos colosales perfiles de piedra a boca semiabierta enfrentados, representando la confrontación comunicacional. La comunicación en las relaciones humanas será el tema recurrente del álbum, bastante profundo e incitando a la introspección a modo de sociedad y también de forma personal en función a la interacción de las dos contrapartes, por ende, la atmósfera reflexiva, a veces nostálgica, melancólica, apacible, contemplativa, comprensiva y pensativa del álbum. Por otro lado el título, “la campana de la división” hace alusión a la campana que anuncia las votaciones en el parlamento británico, claramente el inicio de las divisiones ideológicas, morales y éticas respecto a las relaciones entre individuos. Un total acierto como título conceptual.
Compuesto en su mayoría por David Gilmour (apoyado en las letras por su reciente esposa Polly Samson llegando a co-escribir 7 canciones del disco). También hay presente composiciones realizadas por Richard Wright y otras en colaboración entre lo que en 1994 era el “trío” de Pink Floyd junto a Nick Mason.
Es el mismo Mason quien declara: “Este disco transmite un sabor más casero, como el de una banda tocando junta en un único espacio. Creo que Rick en particular se ha sentido mucho más integrado en el proceso esta vez, comparado con Momentary Lapse. Ha sido genial tenerlo de vuelta.”
La banda se sentía nuevamente a gusto, luego de un periodo tormentoso, lleno de ajustes legales, problemas personales como lo fue el divorcio de Gilmour, periodos de depresión y adicción a drogas por parte de Wright, entre más, The Division Bell fue un reencuentro con casa por parte de los tres integrantes de la máquina Floydiana, una manera de decir “momento, aún tenemos algo que comunicar”.
Por su parte la crítica fue bastante beligerante con el nuevo álbum, pues teniendo en cuenta la serie de problemas internos de la banda y dos discos “irregulares” para el nivel de la banda (The Final Cut y A Momentary Lapse Of Reason), se puede decir que la “opinión especializada” se ensañó derechamente al encontrar una brecha para criticar a los titanes, cosa bastante difícil de poder justificar en la época de oro de Floyd, pero que en momentos de crisis y como es tónica con muchos casos similares, se hace leña del árbol caído.
A pesar de la mala crítica el álbum fue un éxito rotundo en ventas, alcanzando los número uno en las listas del Reino Unido y Estados Unidos, incluyendo un premio Grammy, el único de la banda en su historia, por la canción Marooned, como mejor interpretación instrumental.
El álbum inicia con la instrumental e íntima Cluster One, que nos hace rememorar tiempos pasados de los ingleses, de inmediato nos hacen saber que son ellos quienes están de vuelta con su toque tan distintivo de clase y apacibilidad.
El segundo corte corresponde a la entrada de What Do You Want From Me, una canción con aires mezclados de los años 70s y 80s, una composición que derrocha audacia por sus poros como intención, en cuanto instrumentalización y letras y que luego se torna en una tonada con matices de influencias neoclásicas para dar término con unos coros dignos del Olimpo.
Poles Apart, el tercer track, es una balada llena de ternura, como llamando al reencuentro, canción de carácter instrospectivo que incluye hasta pasajes de música circense, con excelsas intervenciones en los teclados de Wright y un solo de ensueño por parte de David Gilmour.
Marooned continúa el listado de canciones, un tema instrumental, sin duda uno de los puntos más altos del disco, con un Gilmour presionando la púa contra las cuerdas haciéndola gemir de sentimientos, no es para menos, es la zona de confort del guitarrista y por la que es tan respetado dentro del mundo de las seis cuerdas.
A Great Day For Freedom es el quinto track del álbum, donde Richard Wright aporta y acompaña toda la tonada con acordes en piano siguiendo con la tónica nostálgica y sentimental dejado al paso de Marooned, para luego finalizar con un extendido solo de David Gilmour.
El disco continúa con su sexto componente; Wearing The Inside Out, canción compuesta totalmente por Richard Wright y cantada por él mismo. Una balada con tintes de New Age, acompañada por intervenciones de saxo en su transcurso y por la infaltable guitarra de Gilmour, que como es la tónica durante la totalidad del disco, derrocha emociones en cada solo que interpreta.
Take It Back, el séptimo corte del álbum, es una canción que nos vuelve a reincorporar anímicamente tras la seguidilla de baladas de carácter melancólico; mucho más rítmica, armónicamente más procesable a cualquier oído, una canción tremendamente disfrutable. Cabe destacar la innumerable cantidad de efectos y técnicas por parte de la guitarra de Gilmour, donde en pasajes mezcla guitarras eléctricas y electroacústicas dando el momento de inflexión para luego retomar el ritmo de la canción. Un gran track.
La octava pieza pieza del disco es otra canción altamente reconocida en la carrera de los ingleses y totalmente otro punto alto del disco, hablamos de la hermosa y grande Coming Back To Life. En pocas palabras un mero homenaje a la vida y su valor. Un bello susurro auditivo introductorio da pie al ritmo esperanzador característico de la canción, es puramente belleza.
Keep Talking, novena canción del disco, al igual que Wearing The Inside Out posee un marcado aire del estilo musical New Age. Este track es anecdótico, pues cuenta con la participación del fallecido genio de la física Stephen Hawking con su voz electrónica, compenetrándose totalmente con la composición que es digna de abrir portales místicos y desconocidos y sobretodo se entremezcla a la perfección con la temática principal del disco que es la comunicación en las relaciones humanas.
La empresa británica de telecomunicaciones BT for Global Business lanzó en 1993 un comercial en el cual se declara que los mayores logros de la raza humana se obtuvieron gracias a su capacidad para comunicarse.
Para dicha campaña publicitaria se decidió contactar a Stephen Hawking para narrar el anuncio. Su voz artificial declara a lo largo del minuto y medio de metraje que “los grandes logros de la humanidad se han alcanzado hablando, y sus grandes fallas callando. No tiene que ser así”.
David Gilmour vio el comercial por televisión y quedó maravillado ante el mensaje, incluso se ha dicho que lloró la primera vez que lo vio. “Es el comercial de televisión más poderoso que he visto en mi vida”, declaró el guitarrista. Luego procedió a pedir los permisos de derechos correspondientes para poder integrar la voz del científico en esta hermosa pieza totalmente futurista. Se destaca también el uso del “Talk Box” realizado por Gilmour, que para la línea del tema es un total acierto.
Lost For Words, penúltimo track del álbum, es una pieza muy amena, digna de una banda madura, una canción fácilmente digerible, y de los puntos de alto ánimo del disco. Es justa y precisa en su totalidad.
El cierre del álbum lo otorga High Hopes, canción de carácter autobiográfico por parte de David Gilmour; narra contrastes vividos en su vida musical y atiende pasajes vividos junto a la banda, se gana como también se pierde es la gran enseñanza de la canción, de tono muy reflexivo y nostálgico, llena de añoranza por años pasados. Es casi imposible que alguien que escuche esta canción no le afloren dichas emociones, es de una transmisión sentimental instantánea.
Podemos decir sobre The Division Bell, por su aura nostálgica y melancólica, combinada con esperanzadores y anímicos pasajes, que es una especie de despedida de la banda, aunque en su momento no haya sido la intención de los británicos, pero redondeando y realizando la raya para la suma es inevitable tener esa sensación por cómo está compuesto. Ese tipo de despedidas realizadas en paz; se siente la madurez, comprensión y altura de mira por parte de los integrantes luego de pasar años oscuros por problemas internos y externos. Lograron darnos este regalo con piezas y éxitos destacables durante la trayectoria de los “Pink Floydianos” y es entendible que fanáticos y críticos hayan esperado el regreso de un The Dark Side of The Moon, Wish You Where Here, Animals, The Wall o alguna otra obra maestra que sobrepasaba el tope de la grandeza, pero también es totalmente entendible que cuando las relaciones internas del humano y su entorno se agrietan, es muy difícil volver a replicar las grandezas del pasado, sin embargo con este álbum estuvieron a una altura digna de lo que significa una de las bandas más grandes de todos los tiempos. La cereza del pastel de esta pseudo despedida claramente la marcó el glorioso PULSE, uno de los más grandes registros en vivo por parte de una agrupación y que corresponde a la gira promocional de The Division Bell.
https://youtu.be/hoEDw18mkbU…
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